por Elizabeth Quintal
Actualmente es necesario permanecer informado de lo que acontece en nuestra sociedad. La lectura de libros, periódicos, revistas, folletos, etc., nos aporta conocimientos que favorecen nuestro desarrollo psicológico, humano, educativo y social.
¿Sabías que Japón tiene el primer lugar mundial como país lector?, el 91% de su población ha desarrollado el hábito de la lectura; en segundo lugar se encuentra Alemania, pues el 67% de sus pobladores acostumbra leer en sus horas de ocio; y en tercero está Estados Unidos, ya que el 65% de sus habitantes lee por su propia voluntad.
En nuestro país, México, se calcula que únicamente el 2% (¡de todos los millones de personas que lo habitamos!) tiene el hábito de la lectura. Ante este dato, yo me pregunto ¿por qué no leemos si son tantos los beneficios que obtenemos cuando decidimos leer?
Está científicamente comprobado que la acción de leer nos permite una mayor lucidez de pensamiento, propicia una mejor concentración y desarrolla nuestra imaginación; lo anterior respecto a las actividades cognoscitivas. Además, también desarrolla habilidades neurolingüísticas, pues incrementa y precisa nuestro vocabulario, el cual ayuda, en gran medida, a adquirir seguridad al comunicarnos de forma oral o escrita.
Entonces -insisto en la pregunta- ¿por qué no leemos?, ¿será porque no queremos?, ¿por pereza?, ¿la relacionamos con el sueño?, o simplemente creemos que es suficiente justificarnos con la frase “no tengo tiempo”.
Sin importar cuál sea “nuestra razón”, lo único cierto es que nos perdemos del mundo real y del mágico, donde el conocimiento y la imaginación, respectivamente, nos permiten conocer lugares lejanos y maravillosos. La lectura no sólo nos da la oportunidad de conocer el mundo que nos rodea, sino también los recreados, los inventados.
Es por todos sabido que se han escrito fantásticas historias de amor y desamor, de alegría y tristeza, de muerte y de vida, que tenemos una gran diversidad para escoger; pero cuán difícil es tomar un libro y leer.
Martín Alonso afirma en su Manual del escritor: “La lectura que ayuda a formarnos debe hacerse diario y sin prisa”. Y añade: “¡Horas deliciosas aquellas de la juventud en las que se lee en silencio…!” Con estas palabras quiero subrayar el privilegio de poder leer.
Por último, quiero añadir que la lectura nos da libertad…, y si la elegimos, puede acompañarnos toda nuestra vida.
En efecto, el problema de la falta de lectores en México es grave, podríamos pensar que es un “privilegio”, como bien lo subrayaste, exclusivo de los países de primer mundo, pero por qué Argentina o Cuba sobresalen ¿qué es lo que estamos dejando de hacer?
Ha habido varios intentos por hacer de México un “país de lectores”, pero me queda claro que no han tenido el éxito esperado, tal vez porque dichos proyectos en principio sólo se han concibido con la finalidad de ser elefantes blancos o sólo para no dar de qué hablar, lo cierto es que la gente simplemente no ha podido adquirir el hábito de la lectura en nuestro país.
Hace poco fui a una librería del CONACULTA y confieso que me reí de los precios de los libros, eran muy caros. Pienso que si vivo en un país donde el salario mínimo no excede los 60 pesos diarios y que un porcentaje importante de la sociedad económicamente activa gana, incluso, menos de un salario mínimo muy difícilmente van a adquirir un libro de trescientos pesos, sobre todo porque esto implica que TODA la familia deje de comer por lo menos poco más de cinco días. Me pregunto ¿si el CONACULTA y otras instituciones encargadas de difundir la cultura en nuestro país han pensado que para crear lectores, primero habría que comenzar por alimentar adecuadamente a nuestros posibles lectores y después, darles una verdadera educación de calidad?
P.D. Ojalá que muchos lectores puedan leer tu artículo y también la revista
🙂 que genial
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